No vamos a entrar en detalles, pero básicamente a nivel
universitario nos quedamos con una beca general y otra por residencia, a razón
de 1500 euros cada una. En el caso de que se tenga derecho a estos dos
componentes, el becario se encontraría con una cantidad menor que las que
obtenía otros años. La razón es que ahora se incorporará una parte variable,
que dependerá, entre otros aspectos, de la renta y de la nota.
Todavía tendremos que esperar para conocer en qué
queda este nuevo sistema, pero lo que llama la atención tras leer el borrador,
es que los futuros becarios no sabrán a priori la cantidad que cobrarán, como sucedía
con el anterior sistema, ya que conociendo la renta de la familia se podía
conocer a qué tipo de beca se tenía derecho, así como la cantidad.
Con el nuevo sistema, miles de becarios sin derecho a la parte
fija (bien porque superen cierto nivel de renta, bien porque no vivan fuera del
domicilio familiar) no tendrán una referencia sobre lo que percibirán.
Así, con independencia de que finalmente se recompense el
esfuerzo de los becarios, el nuevo modelo introduce, a falta de conocer más
detalles, gran incertidumbre.
Por si fuera poco, la tramitación del Ministerio de
Educación de las becas no destaca por su rapidez, como bien saben los becarios.
Habrá que preguntarse cómo afectaran los cambios a una tramitación ya de por sí
farragosa. Si un alumno empieza el curso en septiembre, lo razonable sería que
recibiera su beca a muy tardar en octubre, teniendo en cuenta que muchas
familias no pueden costear los costes derivados de la educación: libros, transporte,
vivienda…
No tiene sentido ninguno y es una situación inadmisible que
un gran número de becas universitarias comiencen a abonarse en enero-febrero,
planteando serias dificultades a los becarios que en muchos casos viven del
aire. Esta situación, además de representar en muchas ocasiones un drama
familiar puede afectar al rendimiento académico debido a la incertidumbre y estrés.
De esta forma, se compromete el logro de
superar los requisitos académicos para conseguir beca el siguiente año, con lo
que se inicia una espiral que puede llevar al abandono de los estudios.
Esperemos que los cambios realmente sean para mejor. Que el Gobierno explique bien el nuevo sistema (algo que en otros ámbitos no se le acaba de dar bien…) y sobre todo que no signifiquen más retrasos en los pagos de las becas. No es mucho pedir, pero en un contexto en que la educación está siendo vapuleada por el Gobierno tal vez sea pedir peras al olmo.
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